Opinión | ¿Qué está pasando con el baloncesto?

Opinión | ¿Qué está pasando con el baloncesto?

A raíz de los última jornada de Liga Endesa me pregunto qué está sucediendo con la evolución del baloncesto. Desconozco si se trata de un asunto más ligado a los protagonistas del asunto (jugadores, entrenadores y árbitros), a los aficionados, al contexto como tal o a todo su conjunto. Lo que sí que puedo afirmar es que la deriva que está cogiendo este deporte no la había percibido antes. Cada vez estamos más cerca de los aspectos más negativos del fútbol, y aunque puede no ser del todo justa la comparación, no me parece una buena señal.

Sinceramente, no recordaba una jornada de ACB como la de este fin de semana. Y no en el buen sentido a pesar de los grandes partidos vividos. Más bien, en cuanto a polémica y acciones ingratas. Todo comenzó con el Tenerife-Lleida del sábado. A priori, los intercambios de palabras entre Vidorreta y Encuentra acabaron con el entrenador vasco haciendo gestos de «a dormir» y «demasiado pequeños» más propios de jugadores al otro lado del charco. Muy incómodo de ver. Y sobre todo, absolutamente innecesario.

Pero el domingo fue la gota que colmó el vaso. Durante el Barça-UCAM, en un saque de fondo sin mayor trascendencia, Justin Anderson optó por llevar el balón hacia el cuerpo de Dylan Ennis y empujarlo hacia el suelo. Es difícil de explicar. En mi opinión, imposible. Y claro, no hubo declaraciones pospartido ni para explicar lo sucedido ni para llevar a cabo una disculpa pública porque en este tipo de situaciones, lamentablemente, el ego siempre parece ir por delante.

Si lo de Justin Anderson ya tuvo poco sentido, lo ocurrido con Serge Ibaka en el RM-Unicaja solo plantea aún más interrogantes. Durante el encuentro, hubo mucho contacto con Dylan Osetkowski, cierto, pero nada más allá de los propios lances del juego. Ahora bien, que un jugador de la experiencia del español se revuelva de la nada y agarre del cuello a un compañero de profesión, está más que fuera de lugar.

¿Y ahora qué?

Con todo ello, más de un aficionado se preguntará qué está pasando con el baloncesto. Y es más que lógica la pregunta. Yo nunca antes había visto tanta tensión, agresividad e inoportunidad en tan poco tiempo. Lo expreso claramente: no me gusta la deriva que está llevando este deporte. Si algo hemos aprendido como jugadores desde bien pequeños y más tarde como entrenadores, árbitros y sobre todo aficionados, es que el respeto, el esfuerzo y la deportividad son los tres valores que acompañan a la pelota naranja. Si los perdemos, ¿qué nos queda? Yo no quiero descubrirlo. Tal vez, este ejercicio de reflexión deba hacerse a todos los niveles. Hay mucho en juego.

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